EL PERFIL DEL LÍDER CONSCIENTE

“Es imposible liderar a otros si no has aprendido a liderarte a ti mismo.”

-Nelson Mandela

Para que esta nueva realidad empresarial se consolide, los jefes autoritarios se han de transformar en líderes conscientes. Es decir, en personas que sepan quienes son y cuál es su verdadero propósito de vida, de manera que puedan desplegar todo su potencial al servicio del bien común de la sociedad. Así, todos los grandes líderes conscientes –como Mahatma Gandhi, Martin Luther King, Nelson Mandela o el Dalai Lama, por citar a los más conocidos–, comparten una serie de rasgos en común:

  1. Cuestionan su sistema de creencias. Están abiertos al cambio, atreviéndose a cuestionar las creencias con las que fueron condicionados por su entorno social y familiar. Así es como desarrollan un pensamiento propio que les permite tomar decisiones movidas por su intuición.
  2. Conocen su sombra. Están comprometidos con su propio autoconocimiento y autoliderazgo. Este viaje de introspección les permite comprender, aceptar e integrar su lado oscuro, transformando sus defectos en cualidades.
  3. Hacen lo que aman. Al conocerse a sí mismos, eligen un camino vocacional que les permita servir y aportar valor a otros seres humanos. Desprenden un entusiasmo, una pasión y un optimismo muy contagiosos. Disfrutan profundamente de lo que hacen.
  4. Cuentan con visión y determinación.  Tienen muy claro hacia donde van. Y este sentido de dirección les dota de una profunda convicción para superar cualquier obstáculo que surja por el camino.
  5. Cultivan su inteligencia emocional. Saben relacionarse con empatía, respeto y asertividad.
  6. Inspiran a través de su ejemplo. No esperan que las cosas cambien, sino que ellos mismos son el cambio que quieren ver en sus empresas. De hecho, son líderes no porque se atribuyan dicho título, sino porque otros les siguen.
  7. Desarrollan el potencial de sus colaboradores. Han descubierto que el conocimiento es lo que empodera a las personas, generando en el medio plazo la verdadera riqueza y abundancia que persiguen las empresas.

 

El quid de la cuestión es que este tipo de liderazgo no puede enseñarse. De hecho, no surge como consecuencia de cursar un Máster en Administración de Empresas (MBA). Más bien surge desde el interior de cada ser humano; es como una semilla que todos llevamos dentro. Para que florezca solo hay un camino: la transformación personal. Y es que no podemos convertirnos en auténticos líderes hasta que no seamos personas auténticas. Y no seremos personas auténticas hasta que nos liberemos de nuestros miedos inconscientes.