-Flexibilizar el estilo de liderazgo del pasado, para adaptarlo a las necesidades del siglo XXI, ya no es opcional: es una necesidad.
A continuación les compartimos un articulo que toca puntualmente el tema.
Esperamos les sea de utilidad.
Equipo editorial MCJ

En el ámbito de las empresas, la mayoría de empleados se queja de la relación tan deshumanizada que mantiene con sus superiores. Por más que estén cambiando los tiempos, se sigue hablando con demasiada frecuencia de “jefes autoritarios”. Si bien todos son distintos, comparten unos rasgos en común:

  1. Creen en la jerarquía. Siguen pensando en términos de “superiores” e “inferiores”.

  2. Están centrados en su carrera profesional. Les importa poco el impacto que tiene su trabajo sobre la sociedad.

  3. Dan órdenes. Creen que su principal función consiste en decirle a los miembros de su equipo lo que tienen que hacer, abusando de su poder. En general no escuchan las ideas de sus colaboradores ni tienen en cuenta otros puntos de vista que no sean los suyos.

  4. Penalizan los errores. Debido a la presión a la que están sometidos para lograr unos resultados en el corto plazo, no toleran los fallos de sus colaboradores.

  5. Llevan máscara. Basan su identidad en el nombre del puesto que ostentan.

  6. Se atribuyen todo el mérito. Compiten con los miembros de su equipo. No soportan que alguno de sus colaboradores destaque más que ellos.

  7. Son desconfiados y controladores. Dedican mucho tiempo a supervisar y corregir el trabajo realizado por sus colaboradores. No contemplan la opción de que las personas empleen las nuevas tecnologías para trabajar desde cualquier lugar, impidiéndoles gozar de autonomía y libertad. 

CAMBIO DE LAS REGLAS DE JUEGO

“La grandeza de un líder no se mide por el tamaño de su ego, sino por la altura del propósito al que sirve.” (Martin Luther King)

 

En el actual escenario macroeconómico, la principal fuente de riqueza de las empresas es su capital humano. Es decir, el talento, la creatividad, la pasión, la motivación y la inteligencia de las personas que trabajan en ellas. Más que nada porque es lo único que no puede copiarse, automatizarse ni digitalizarse ni tampoco deslocalizarse a países emergentes con mano de obra más barata.

Como consecuencia directa, las compañías más progresistas están cambiando su funcionamiento interno, empezando por confiar en las personas a las que contratan. Es decir, profesionales con talento, comprometidos con el propósito de la compañía. Cuando la compañía aprende a seleccionar a gente con talento y responsable ya no necesita jerarquía ni control.

Al tener muy clara cuál es su aportación de valor, no importa dónde, cuándo y cómo el colaborador desempeñe su labor. Si lo prefieren, las personas pueden trabajar desde casa. La tendencia apunta a que los encuentros físicos se realizarán cuando sea estrictamente necesario. Así se reducirán notablemente las discusiones y demás conflictos emocionales, tan presentes en las relaciones laborales de hoy en día.

Autor: Borja Vilaseca

26 junio 2018

Cataluña Economica